En el pasado, se han registrado intentos de ataque contra la vida de Trump por parte de agentes iraníes. Uno de los episodios tuvo lugar en un mitin de campaña en Pensilvania, donde Trump resultó herido en la oreja. A pesar de esto, las autoridades en ese momento no vincularon directamente a Irán con dicho intento de asesinato.
En un comunicado emitido por el Departamento de Justicia en noviembre, se reveló que se frustró un complot iraní para asesinar a Trump antes de las elecciones presidenciales.
Se mencionó que funcionarios iraníes habían dado instrucciones a Farhad Shakeri para llevar a cabo esta acción. Shakeri, quien aún se encuentra prófugo en Irán, fue señalado como el presunto responsable designado por Teherán para la vigilancia y el asesinato de Trump.
El FBI recibió información sobre el plan para asesinar a Trump por parte de Shakeri, un ciudadano afgano que reside en Irán y que había sido reclutado por la Guardia Revolucionaria de Irán.
Este individuo confesó que recibió órdenes de llevar a cabo la vigilancia y el posterior asesinato del presidente estadounidense.
A pesar de las acusaciones, las autoridades iraníes han negado su implicación en estos hechos, calificándolos como un intento de desestabilizar las relaciones entre Irán y Estados Unidos.
En conclusión, las amenazas de Irán hacia la vida de Donald Trump han generado tensiones significativas en las relaciones bilaterales, evidenciando un clima de confrontación que ha llevado al presidente a reforzar su seguridad, revocando la protección a exfuncionarios que también han sido objeto de amenazas por parte de Irán.
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